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CONSIDERACIONES ACERCA DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA EN EL ESTADO PLURINACIONAL DE BOLIVIA

Carlos Eduardo Montoya

DONDE LA “H” ES MUDA Y LOS “ANORMALES”[1] SON REZAGADOS.


Carlos Eduardo Montoya García[2]


Resumen: El presente artículo busca examinar y demostrar, aspectos que nos permitan dar una directriz acerca del imaginario colectivo creado hacia la comunidad LGBT+ por parte de la clase política del país, también una breve descripción acerca de su participación política nacional.

Palabras clave: Homosexualidad, política, libertad de expresión, participación, anormales.


1. Introducción

Corrupción, narcotráfico, injusticia, medio ambiente, economía sostenible, integración internacional, empleo, juventud, etc. Estos son apenas algunos de los términos más asiduos, frecuentes, reutilizados y en la mayoría de los casos plagiados, que se puede contemplar en cada flyer, slogan y propaganda discursiva/mediática de los partidos políticos en carrera electoral.

Es tradición “democrática y política” en Bolivia, que la conferencia dicha por el candidato electoral tenga una divergencia entre la teoría y la práctica, a que hacemos referencia con esto, pues simple y llanamente a que el discurso queda en la letra muerta. En estos comicios se repite la formula y es carente de inventiva el hecho que una vez más salgan a flote las mismas propuestas que se escribieron hace más de 50 años (no adaptadas a la problemática de hoy).

Otra característica que destaca (pero que no sorprende); es el hecho de que las palabras vayan acompañadas al son del ¡Boom! de la coyuntura. Si lo analizamos bien hay que destacar que por lo menos en pleno año 2020, se le dio un ápice de importancia y relevancia a temas fundamentales que aquejan a la ciudadanía boliviana el dia de hoy, como ser: el activismo medio ambiental y la lucha contra la violencia hacia la mujer.

Pero dentro de la pirámide de programas de gobiernos nacionales, discursos, entrevistas, charlas, propuestas, etc. Bajo toda la superficie de las laureadas sonrisas, biblias, saludos, marchas y cánticos. Existe una palabra sofocada, que incomoda, que se ha transformado en la innombrable, en aquella autocensurada, que no ha hecho sino ocultarse o mejor dicho ignorarse. Bajando por las vías más porosas y estrechas de la politiquería y la hipocresía; llegando a los escalones inferiores de la susodicha.

Nos encontramos con esa “H” que es muda, que no se pronuncia, que no tiene participación ni cabida, esta no es otra sino que la H de Homosexualidad, esta palabra que ha develado explícitamente-en contadas ocasiones- la intolerancia, falta de aceptación e información que tienen nuestros futuros gobernantes acerca de aquellos a los que consideran como “anormales”, aquellas personas que se los ha rezagado de la participación política indirectamente, han quedado reducidos a ser un grupo marginado, homogeneizado y censurado.

El tema de la homosexualidad en la Bolivia de hoy, parece haberse estancado en un estadio de in-alteración, es un tema de conversación que para muchos resulta ser embarazoso (pero existe y está presente), no puede quedar silenciado o censurado. Si para la percepción de Fernando Molina[3] la cuestión racial es un tema tabú y que produce incomodidad cuando se introduce en el debate boliviano[4]. Para la comunidad LGBT+ el abordar si quiera la pronunciación de la palabra con “H” lo es aún peor, pues está a diferencia de las palabras: “racismo”, “feminismo”, “corrupción” entre otras (por dar un ejemplo), ni si quiera es articulada por la lengua de “almíbar” de la clase política del país.

Tal es su despojo hacia esta, que las esporádicas y ocasionales veces en las que se le puede escapar (entre líneas) a un político boliviano es para correlacionarla con un pensamiento negativo, peyorativo, prejuicioso y nada objetivo. Acongojados pues por la respuesta de un sector de la opinión pública que tiene el mismo imaginario sesgado y viciado de subjetividad que ellos.

“Si la libertad significa algo, será sobre todo el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír.” (ORWELL, 1945); creo que no existe una cita más conveniente y acorde para dar apertura al desarrollo de este punto, dentro del cual se desea dar una corta aproximación acerca de una clase política boliviana que conduce sus programas político-electorales en base a criterios ideológicos del fanatismo, subjetividades o sucesos coyunturales como se hacía mención un poco más arriba (en la introducción) del presente artículo.

Basta con dar una pequeña lectura de barrido a estos para identificar las similitudes que son varias -generalmente falacias investidas de propuestas-pero también para poner en evidencia la falta de un proyecto, plan o intento si quiera de dar una respuesta a los pliegos petitorios de una parte de la sociedad boliviana olvidada, marginada y negada.

Al remitirnos a esta esfera política taciturna necesariamente tenemos que hacer una mención honorifica a tres fuerzas políticas en competencia por la silla del trono. El MAS-IPSP, FRENTE PARA LA VICTORIA (FPV) y por último CREEMOS.

Estos partidos de cortes totalmente polarizados y opuestos tienen una cosa en común que los hace meritorios de entrar en este análisis, pues todos ellos comparten esa característica conservadora y tradicional en Bolivia de hacer muda a la palabra con “H” y negar así la libertad de expresión y representación de un grupo aislado de la sociedad.

El caso del MAS-IPSP un gobierno que conto con una hegemonía ideológica y electoral innegable (no en balde logro consolidarse como regente del país por 14 años). Una alternativa de representación para la clase campesina y los movimientos sociales, que en esencia debería poder haber “entendido” con mayor celeridad a la comunidad LGBT+ en Bolivia. Pues a manera de hipótesis propia, en teoría entre las siglas MAS y LGBT tienen en común una palabra (mal utilizada en ciertos casos), la “discriminación”.

El pasado gobierno hegemónico no hizo más que negarse a tratar o discutir este tema, lo limitó por el lado de la burla, la desaprobación y la falta de interés.

En cuanto a las agrupaciones CREEMOS y FPV, hablaremos de ellas en conjunto pues tienen más similitudes que diferencias; en el presente se quiso realizar un énfasis a estos dos y su respectivo análisis pues ambos representan a la mentalidad conservadora, viciada de subjetividad e inflada de fanatismo de la que se hacía mención. A la cabeza de estas dos agrupaciones tenemos a Luis Fernando Camacho[5] y Chi Hyun Chung[6].El primero pues-caudillo mesiánico- propugna con la biblia en mano y el látigo en la otra, el segundo lleva a cuesta de hombro el peso de la iglesia presbiteriana, autodenominado “capitalista cristiano”. Ambos apuestan en llevar a cabo –entre otras cosas- un plan político-religioso para Bolivia.

Destacado paralelismo el que podemos hallar entre este par, evidente instrumentalización política de la religión también, pero destaca una característica subliminal –aquella que se halla dicha entre líneas- y es la peligrosa carga ideológica que esta facción religiosa/política conlleva por ejemplo hacia grupos como la comunidad LGBT+ pues para para el imaginario de la creencia estos son relegados hacia el campo de lo “anormal” e “irracional”. Para describir un poco más a cabalidad y en detalle no está de más citar a Julio Córdova destacado sociólogo boliviano:

Ingresaron en el debate electoral los “temas valóricos” que tanto benefician a posturas de derecha, y que son muy importantes para los evangélicos y católicos conservadores. Esto quiere decir que las fuerzas democráticas y progresistas en Bolivia deben ingresar en este debate. Se necesita plantear claramente por qué es positivo para la sociedad el reconocimiento de derechos de las diversidades sexuales, la despenalización del aborto y la educación sexual integral desde Primaria.

No es posible que se dejen estos temas únicamente a los pastores-candidatos evangélicos que difunden posturas no solo conservadoras, sino francamente reaccionarias. (Cordova, 2019).

No podemos dejar de lado también que el resto de las agrupaciones en carrera, conforman esta clase política taciturna y realizan un voto de silencio-a menos que se les pregunte- acerca de temas que irrumpen en la esa supuesta comodidad de la “mayoría” de la opinión pública, al mismo tiempo limitan su expresión hacia este grupo para no enfurecer a su audiencia conservadora expectante.

3. Una breve consideración sobre los “anormales” en Bolivia

Foucault enfoca el problema de los denominados individuos “peligrosos” a quienes por ejemplo en el siglo XIX, se los denominaba como “anormales”. A partir de ello configura tres personajes principales dentro de este conjunto: los monstruos que referencian a las leyes naturales y su transgresión a la sociedad, los incorregibles aquellos que sucumbían ante los dispositivos represivos de control del cuerpo y por último los onanistas[7].

Para el desarrollo de este utilizaremos al primer personaje descrito:

El monstruo hace su aparición en un dominio jurídico-biológico representando, en su excepcionalidad, una doble infracción, al trastocar tanto las leyes de la naturaleza como las regularidades jurídicas. La monstruosidad supone una doble individualidad […]. Lo que hace que un ser humano sea un monstruo no es sólo la excepción que representan en relación a la forma de la especie, sino el problema que plantea a las regularidades jurídicas (se trate de las leyes del matrimonio, de los cánones de bautismo o de las reglas de la sucesión). El monstruo humano combina lo imposible y lo prohibido (Vasquez,2011).

Son estos “monstruos anormales” los que para la clase política -entre otras- han irrumpido dentro del escenario boliviano y para ellos, eso los hace merecedores de la censura y su respectiva limitación. Una consideración que es necesaria mencionar es el suceso que la “irrupción” en Bolivia no es reciente sino data de años y décadas atrás[8], el hecho es que hoy en el siglo XXI el sujeto rezagado en el Estado ya no se limita a quedar reservado e inerte en el recoveco de la masa social, este sujeto anormal se ha transformado en agente y portavoz de un imaginario con base en la normalización e inclusión.

Su discurso está fundamentado en la adquisición de derechos de ciudadanía especialmente el matrimonio, la adopción, beneficios sociales, garantías contra la violencia y discriminación. Cuya contradicción principal se encuentra expresada en el antagonismo del bloque conservador-represivo y el bloque religioso-fanático del país.

Un país conformado por una clase política y sociedad civil donde el patrón de normalidad se ha limitado a lo moralmente correcto, al orden de lo jurídicamente establecido, donde no se halla cabida para lo no natural, donde no se desafía el canon religioso, donde la excepción se castiga con la censura y crítica.

El “anormal” para la Bolivia retrograda es entonces, aquél monstruo depravado, que atenta contra el pacto social, forzado a ser enmudecido, excluido e inmoral, indigno de mención en la agenda política-electoral.

4. A manera de conclusión

Peligrosa y alarmante la situación que podemos observar en la clase política del país, aquella minoría organizada que detenta el poder en los centros de decisión. Donde la “fórmula política” esencial tiene una base en el conjunto de ideologías, creencias y mitos que se hallan en el seno de lo indisociable del pensamiento objetivo hacia la comunidad LGBT+ en Bolivia.

La clase política produce y replica este imaginario sesgado, basado en una cultura tradicional y conservadora, para justificar la censura hacia un sector olvidado que lucha por una normalización de su ser ante la sociedad.

Evidente que, de este análisis, una parte pueda concluir que el pueblo, el populacho y la gran mayoría conforman a esta comunidad ciudadana y que la democracia entonces sería solo aplicable a esta. Entendida (la democracia) como un conjunto de características básicas como ser el principio mayoritario o el consenso de una mayoría sobre la minoría, etc. Llega a pensar también que el gobernante en turno debe velar por la mayoría y si para esta los “anormales” no encajan en su molde pues se los debe relegar de toda mención o participación.

Pero que es lo que sucede con los pliegos petitorios de los relegados, acaso ¿no son merecedores de ser pronunciados dentro del discurso político?, ¿la democracia no los alcanza en su concepción de ciudadanos? o ¿Es que se halla un defecto de democraticidad para los “monstruos” que atentan contra el orden jurídico-bilógico de establecido?

Algunas respuestas para las cuestionantes planteadas serian: Una participación política conformada por un grupo autónomo y suficientemente informado como para estar condiciones de representar a cabalidad al grupo que simboliza, frenar el auge de ideologías mesiánicas basadas en un fanatismo religioso; estas peligrosas no solo para la comunidad LGBT+ sino para el armazón estatal central pues representan una visión subjetiva de como conducir un Estado que en teoría debería ser independiente.

Por otro lado, es evidente que se debe dar un reconocimiento de respeto como ciudadano y un lugar de normalidad a aquellos que se los ha apartado.

Es posible imaginar un futuro dentro de Bolivia en el cual el estigmatizar al otro por su condición sexual, quede definitivamente atrás, este sector que se hace mudo o no se pronuncia al igual que la palabra con “H”. Tal vez logre avances significativos con pasos cortos pero firmes, es muy probable que no lo logren como “anormales”, pero si como ciudadanos Bolivianos.

5. BIBLIOGRAFIA:

-Balbuena, Raúl. (25 de abril de 2013). Organización política gay y espacio público. Revista Scielo México.

-Córdova, Julio. (20 de septiembre de 2019).La disputa por el voto evangélico. Opinión.

-Danimoli. (26 de noviembre de 2013). Feos, sucios y malos: un seminario de Foucault sobre los anormales. Blog Online “Un perro viejo”.

-Figari, Carlos, “El movimiento LGBT en América Latina: institucionalizaciones oblicuas”, en Massetti, A.; Villanueva, E. y Gómez, M. (comps) “Movilizaciones, protestas e identidades colectivas en la Argentina del bicentenario”.Buenos Aires: Nueva Trilce. 2010, pp. 225-240.

-Maximo, Marco. (01 de julio 2010). Los movimientos LGBT y las luchas por la democratización de las jerarquías sexuales en Brasil. Revista Digital Universitaria.

-Mendizabal,Valeria.(7 de Diciembre de 2016).Colectivo LGTB en Bolivia, de la criminalización a la lucha constitucional. Agencia Efe.

-Molina, Fernando. (8 de julio de 2020).Los tambores del resentimiento. La Razón.

-Página Siete Digital. (9 de febrero de 2020). Conoce los planes electorales de los partidos para las elecciones presidenciales. Página Siete.

-Vásquez, Tuffi. (31 de Agosto de 2019). Chi Hyun Chung, el coreano fundador de 70 iglesias presbiterianas que quiere ser presidente de Bolivia. Infobae.

[1] “Anormales”. Término utilizado por el escritor Michel Foucault en el curso dictado en el Collège de France entre enero y marzo de 1975. Para Foucault el “anormal”, es aquel individuo acerca del cual se le tenía un imaginario de peligroso, raro e inclusive un monstruo en el siglo XIX. Para finalidades del artículo, entenderemos al “anormal” como aquella persona a la cual no se la nombra, que es incomoda, que es censurada, que van en contra de la naturaleza, que es “peligrosa” pues atenta contra el orden establecido de la familia natural. [2] Estudiante de cuarto año de la carrera de Ciencia Política en la Universidad Mayor de San Simón, Bolivia. Asistente editorial IDEI. [3] Fernando Molina es escritor y periodista boliviano. Es autor, de varios libros entre los cuales destaca: El pensamiento boliviano sobre los recursos naturales (Pulso, La Paz, 2009) e Historia Contemporánea de Bolivia (Gente de Blanco, Santa Cruz de la Sierra, 2016). Es colaborador del diario español El País. [4] Para ahondar un poco más acerca del pensamiento de Fernando Molina y el tema del racismo mencionados en este artículo, ver La Razón, 2020. [5] Para una comprensión más cercana de su ascenso al protagonismo político boliviano .Revisar: EL CLARÍN, 2019. Más detalles sobre su actuación en los conflictos de octubre y Noviembre en: El País,2019. [6] Una pequeña biografía, antecedentes y aparición en la competencia electoral Ver Infobae, 2019. [7] El onanista entendido como aquel sujeto privado que realiza el acto de la masturbación, este acto es denominado una universalidad secreta. El problema de esta radica en la formación del niño siglo XVIII en la exploración de su sexualidad. Para más detalles ver Foucault, 1975. [8] Para un mayor análisis de los antecedentes de la lucha y movimiento LGBT+ en Bolivia ver Agencia EFE,2016.

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