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Paradiplomacia, ¿alternativa viable al problema marítimo?

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Guy Ricardo León Galindo Quiroga[1]

Resumen: La paradiplomacia como una opción para actuar en el marco del pedido boliviano a una salida soberana al mar es posible, esto gracias a las características de la globalización que son fundamentales para la ejecución de la para diplomacia en el mundo, además de abordar conceptos teóricos necesarios para afrontar esta hipotética situación.

La “alianza de aymaras sin fronteras” es el antecedente más importante a destacar en el artículo, y se describe como los originarios aymaras de tres países de América del Sur, pueden afrontar una integración fructífera.

En las conclusiones se ve cuales son las limitantes y las posibilidades de abordar esta temática, que, sin duda, el equipo diplomático boliviano debería contemplar.


1. Introducción

Bolivia tiene un problema no resuelto, que lo aqueja ya más de un centenar de años, tal problema tiene origen en los inicios de Bolivia como una república soberana. Sin embargo, fue esa misma característica que no pudieron aplicar a lo largo y ancho de todo su territorio. Tal fue el caso de la costa del pacifico perteneciente a Bolivia hasta 1881; donde pierde la salida al mar frente a una república fronteriza; Chile, en medio de una guerra, la famosa guerra del pacifico.

Este artículo contempla una novedosa forma de afrontar este problema, y es la llamada paradiplomacia, donde pueblos indígenas, como es el Aymara, pueden interactuar con cualquier otro sujeto a nivel internacional, sin la tutela del gobierno central.

Un antecedente interesante que menciono en este artículo es la llamada “Alianza de aymaras sin fronteras”, una agrupación que junta a los aymaras de tres países distintos, Bolivia, Chile y el Perú. Para legitimar esta opción, se debe estudiar la ley de autonomías indígenas que rige en Bolivia, y aplicarla con los aymaras.


2. Paradiplomacia, contextualización.

La autonomía en Bolivia es un tema que fue muy controversial hace más de 10 años, sin embargo, hoy se cuenta con una ley de autonomías indígenas[2], para auto normarse En la actualidad, más de treinta naciones y pueblos indígena originario campesinos han optado por el acceso a la Autonomía Indígena Originario Campesina (AIOC) para ser parte del Estado Plurinacional, una ambición de larga data en la historia de Bolivia que fue posible con la vigencia de la Constitución Política del Estado, a partir de febrero de 2009, que dio a Bolivia un gran impulso al ejercicio de los derechos colectivos de las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos (NPIOC). En la actualidad se encuentran en funcionamiento tres Gobiernos Indígena Originario Campesinos (Charagua Iyambae, Raqaypampa y Uru Chipaya).


El 2018, fue otro momento muy complicado para la “bolivianidad”, el gobierno recibió un duro golpe a nivel internacional y diplomático, la Corte Internacional de Justicia de la Haya, la máxima institución encargada de impartir justicia entre Estados soberanos, dio la razón a Chile, en un conflictivo juicio iniciado por Bolivia unos años antes. Cuyo precedente data de hace más de 150 años, en la guerra del pacifico.

Las dos situaciones mencionadas anteriormente, a simple vista no tienen relación alguna, puesto que este artículo dará una alternativa al cuerpo diplomático boliviano, para la resolución de este problema que aqueja a todo el continente.


Los aymaras, es un pueblo reconocido dentro de la Constitución Política Boliviana, por ende, también son parte de la ley de autonomías indígenas, cabe mencionar que la relación que tiene con otros aymaras más allá de las fronteras bolivianas (Chile, Perú) son sólidas. Por ende, son una agrupación que podría aplicar la paradiplomacia.

Tradicionalmente, la definición y ejecución de la política exterior y, por tanto, de las políticas de integración, han estado en manos del Gobierno Central, de modo que se ha dejado de lado a los gobiernos subnacionales y autonomías indígenas, que se han ido interesando crecientemente en la internacionalización dada su necesidad de obtener mayores ingresos, cooperación e integración cultural. En algunos países el proceso de descentralización ha ayudado a que los gobiernos subnacionales y autonomías adquieran mayor poder económico y político, convirtiéndose en actores relevantes en la generación de su propio desarrollo.

Es pertinente mencionar, que, gracias a muchos factores, tales como la globalización, que para fines explicativos se utilizará la definición de Ulrich Beck[3], el crecimiento de la población, las peticiones más complejas de la ciudadanía, entre muchas otras, fueron causantes de la internacionalización de actores subnacionales.


El objetivo principal de la paradiplomacia es fortalecer las relaciones internacionales de los gobiernos locales o cualquier otro ente que posea legitimidad de un Estado (autonomías indígenas), sus redes y asociaciones, para mejorar la calidad de las políticas públicas y el desarrollo territorial. Este objetivo se ve materializado a través de tres grandes objetivos específicos.

● El primero, reforzar la capacidad institucional de los entes subnacionales en torno a la creación de políticas públicas de relaciones internacionales y mejorar el trabajo, y acompañar el trabajo, y mejorar el trabajo dentro el territorio.

● El segundo, contar con planes estratégicos y participativos de internacionalización y mecanismos de concertación con actores del territorio para la cooperación internacional.

● El tercero es acompañar proyectos de cooperación descentralizada en tres temas fundamentales, sustentabilidad, inclusión social y atractividad territorial.

Se ha visto cómo estos gobiernos han desarrollado múltiples iniciativas internacionales a partir de necesidades de todo tipo que han ido apareciendo en su funcionamiento cotidiano. Y que les han obligado a establecer relaciones o acuerdos con instituciones locales de otros países o continentes.

El ente subnacional se ve forzado a consolidar e incrementar su presencia en la escena internacional y dar una mayor coherencia a las acciones que sus diferentes áreas o departamentos llevan a cabo en este campo.

Es la voluntad del ente subnacional, en el momento de hacer este plan, de desarrollar una cooperación horizontal y recíproca entre gobiernos locales o subnacionales de diferentes países.

Por ende, se puede definir a la paradiplomacia como “práctica de las relaciones internacionales, surgida con el activismo las unidades subnacionales como resultado de dos movimientos convergentes resultantes de la globalización: la descentralización del estado a través de la transferencia de funciones y autonomía a las unidades subnacionales y la conformación de espacios regionales por la acción de tendencias transnacionales y procesos de regionalización o por la relación interregional América Latina.” (Clemente, 2018).


La finalidad de este tipo de relaciones es buscar vinculaciones externas para impulsar acuerdos en torno a aspectos, económicos, políticos, sociales o culturales. Paradiplomacia hace alusión a las relaciones entre gobiernos no-centrales o subnacionales con gobiernos regionales, provinciales y locales, que promueven sus propios intereses y buscan socios o aliados. A este tipo de relaciones también se denomina cooperación descentralizada.

Farias Peña, menciona que: “la paradiplomacia podría ser una actividad que complementa o incluso, bajo algunas circunstancias, se convierte en un instrumento que forma parte de la política exterior de un Estado nacional.” (PeÑa, 2014)

Además, agrega; la paradiplomacia no siempre es convergente con la política del Gobierno nacional, a veces es contradictoria, de ahí que pueda estar en determinadas circunstancias confrontada, aunque no de manera permanente. (PeÑa, 2014)

La proximidad geográfica y el grado de interdependencia económica lo que determinó el desarrollo territorial y la conformación de regiones, pero a partir de los años 70. Ya en la globalización, fueron más bien factores como la interdependencia económica y la apertura comercial multilateral, los que fueron creando las nuevas condiciones para la conformación de regiones, aunque no dejaron de tener una inmensa significación los factores históricos, políticos y culturales.

Siguen siendo procesos de comunicación y estrategias de integración en sí mismas, pero se diferencian esencialmente por el tipo de actor al que representan y por su forma de actuar.

La diplomacia representa al Estado-Nación y define la política exterior nacional, que se canaliza a través de los consulados y las embajadas. La paradiplomacia representa a un gobierno subnacional y diseña su propia estrategia de internacionalización, que se canaliza o sería ideal que así fuera.


3. Pueblo aymara y la costa del pacifico.

La relación entre la cultura Aymara con la costa del pacifico data hace muchísimo tiempo, las playas más utilizadas eran las de Tarapacá, hoy Perú y Arica, hoy la república de Chile.

Integrado por más de 3 millones de personas que se distribuyen entre Bolivia, Perú y Chile; el pueblo aymara es hoy una de las etnias más importantes de Sudamérica. Dotados de una fuerte cohesión étnica que se sustenta en el uso de una lengua y organización social propia, los aymaras han sobrevivido a siglos de explotación económica y aculturación forzada, adaptándose exitosamente a los más diversos contextos políticos.

Por lo tanto, la relación entre aymaras de distintos países (Bolivia, Perú y Chile) es considerada de las más fuertes que hay, debido a que comparte el imaginario colectivo de ser de las etnias más fuertes, en términos de resistencia, de todo el continente y existe una interesante coherencia entre los aymaras de los países mencionados.

Durante el siglo XIX, la población aymara quedó repartida en tres países distintos. Las nuevas fronteras nacionales que se fijaron tras la guerra del Pacífico cortaron los lazos históricos entre los aymaras de Tarapacá y los del resto del altiplano, impidiendo el acceso a los distintos pisos ecológicos característico de la organización territorial aymara.

Los aymaras que migraron a las ciudades costeras de Tarapacá crearon complejas redes de intercambio con sus parientes campesinos, a la vez que aprovecharon las oportunidades que abrió la integración económica con Perú y Bolivia en la década de 1990.


4. Integración y relaciones transfronterizas.

“Ciertamente se trata de un contexto político-diplomático complejo, en el que también está incorporado –por historia– Perú. No se trata de profundizar sobre estas características, sino de tomar conciencia que la frontera siempre tiene un carácter integrador aun cuando los Estados no deseen integrarse. Hay factores que crean condiciones favorables para esa integración fronteriza y para una progresiva complementación económica.” (Meza, 2015)

Como menciona Bernal Meza, la historia diplomática entre las naciones de Chile y Bolivia está marcada por trifulcas, desde antes de la famosa guerra del pacifico en el siglo XIX, el territorio de la costa del pacifico que poseía Bolivia fue causante de tensiones. Sin embargo, es menester, decir que antes de la invasión española a suelo americano, la costa del pacifico, era de dominio aymara.

Por otro lado, existen algunas dificultades, como hace notar Bernal Meza: “Pero este mismo proceso de vinculación gradual puede verse influido de manera negativa por las características que tiene la relación política bilateral a nivel de Estados. En este sentido, las acciones de paradiplomacia llevadas a cabo por actores regionales y comunidades contribuye a crear medidas de confianza mutua entre las poblaciones a ambos lados de la frontera. Sin embargo, también es posible que se generen conflictos con los respectivos gobiernos centrales”. (Meza, 2015)

Agrega: “En el caso de Bolivia, el Estado plurinacional rompe con la concepción del Estado-nación como actor unificado y expresión dominante en el campo de las relaciones internacionales que es el modelo chileno” (Meza, 2015), haciendo referencia que en Bolivia, el actuar de la nación indígena aymara tendría más legitimidad que en Chile, donde las relaciones internacionales son monopolio del gobierno central.

La evolución de la práctica de la paradiplomacia ejercida por las comunidades bolivianas y las nacionalidades que representan, que son sujetos de la autonomía, podría conducirla, en un futuro cercano y previsible, a agendas de “alta política” y ejercer esa aplicación al relacionamiento con Chile que mantiene la “alta política” en el marco de la diplomacia.

5. Antecedentes de la paradiplomacia entre Bolivia y Chile.

La Alianza Estratégica Aymaras Sin Fronteras: “mediante la articulación y cooperación a través de las fronteras, “la organización busca implementar y gestionar políticas que fomenten el desarrollo de la comunidad en las siguientes áreas: agricultura, infraestructura, pequeñas empresas, recursos naturales, energía, cultura, educación, salud, derechos civiles, participación política y desarrollo económico” (Bello, 2012).

Aymaras Sin Fronteras es un desafío en sí misma para las élites de los Estados, en tanto cuestiona la centralización de la actividad diplomática, criticando el proceso histórico de la gestión centralizada de los recursos. Más bien elusiva a la cooptación por parte de Estados incómodos con el alcance internacional de dicha experiencia.

El “Proyecto de Desarrollo Aymaras Sin fronteras” pretende agenciar los problemas propios de las comunidades fronterizas aymara-descendentes de la región altoandina de la triple frontera norte, respondiendo a las carencias de servicios e infraestructura, barreras legales (arancelarias) y políticas para un desarrollo económico sostenible y armónico con su estilo de vida ancestral y hábitat transfronterizo.

Es en este punto donde Bolivia puede utilizar la paradiplomacia como una alternativa viable para tratar el enclaustramiento marítimo, la relación del gobierno actual en Bolivia (MAS) con la nación Aymara es considerable e importante.

Los antecedentes están ahí, el proyecto de Aymaras sin fronteras es un ejemplo claro de que las fronteras del “Estado – nación” convencional, están quedando obsoletas, y la cultura, el idioma y su forma de encarar la vida día a día son lazos más fuertes que cualquier otro lazo.

Las relaciones interterritoriales y transfronterizas que los gobiernos no centrales, en un mundo globalizado y diverso, proyectan hacia el mundo como imagen de una identidad específica, que no necesariamente se contrapone, sino que más bien enriquece y complementa a la identidad del Estado nacional o plurinacional del que forman parte.

“La estrategia de desarrollo territorial de los gobiernos no centrales, puesto que su desarrollo no debe circunscribirse al ámbito de lo nacional, sino que debe proyectarse al mundo global, estableciendo alianzas con territorios contiguos o no que les permitan ampliar sus mercados, forjar encadenamientos productivos e intercambios de tecnologías”. (Bermeo, 2019) Los Aymaras bolivianos pueden ser artífices de una integración regional en el pacífico que hace poco tiempo era considerada una situación imposible de realizarse. Que el ciudadano boliviano pueda transitar libremente por las playas del pacifico.


6. Conclusiones.

● La globalización cambió la organización social y espacial en el mundo, dando mayor protagonismo a ciudades, regiones y otros actores subnacionales, incluso en algunos casos mayor al protagonismo de los Estados centrales, hecho que demanda cambios en la organización y normativa de las relaciones internacionales, que no anulen ni debiliten el protagonismo de los Estados centrales, pero sí los complementen, eliminando el exclusivismo y ampliando a la participación de gobiernos no centrales.

● La participación internacional y regional de los gobiernos subnacionales gana en importancia y podría irrumpir como una cuestión relevante de la política nacional en diversos países.

● Chile y Bolivia no tienen relaciones bilaterales hace bastante tiempo, esto sin duda debilita la opción de un mayor acercamiento entre entes subnacionales y el aval del gobierno central de estos dos países para solucionar el problema marítimo.

● La diplomacia boliviana debe ver la relación tan estrecha entre los aymaras de la región como una oportunidad para retomar el cauce del pedido boliviano de soberanía marítima, además de potenciar las autonomías indígenas dentro del país y así exponer su pluriculturalidad.


Bibliografía

Bermeo, F. E. (2019). Paradiplomacia y desarrollo territorial. Quito: Flacso.

Bustamante, G. A. (2017). Paradiplomacia aymara: Empoderamiento en la frontera. Santiago: Estudios fronterizos. Universidad Arturo Pratt.

Caldera, C. C. (2007). RELACIONES CHILENO-BOLIVIANAS:. Santiago de Chile: Universidad de Chile.

Clemente, I. (2018). Paradiplomacia y relaciones transfronterizas. Globalización, regionalización y fronteras, 320 - 331.

Meza, R. B. (2015). Paradiplomacia y regionalismo en situación. Revista de Ciencia política, 605 - 627.

Peña, J. P. (2014). La paradiplomacia y la construcción de sus bases. CONfines, 159 - 165.


[1] Egresado de la carrera de Ciencia Política de la UMSS, asistente editorial del Instituto de estudios internacionales (IDEI), embajador de FISU en Bolivia. [2] Ley Nº 031 Marco de Autonomías y Descentralización “Andrés Ibáñez” Fue promulgada el 19 de julio de 2010. Regula el régimen de autonomías de acuerdo con lo establecido en el artículo 271 de la Constitución Política del Estado y define las bases de la organización territorial del Estado boliviano. [3] define la globalización como el conjunto de procesos en virtud de los cuales los estados nacionales soberanos se interrelacionan con actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones e identidades. Según este autor, la diferencia entre la segunda modernización y la primera es su carácter irreversible y la interdependencia entre lógicas económicas, ecológicas, culturales, sociales y políticas.

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